miércoles, 15 de diciembre de 2010

Relacionan sustancias de insecticidas con infertilidad


En México cada año se emplean alrededor de 20 mil toneladas de insecticida, en su mayoría, para proteger los cultivos de la amenaza de insectos y, en menor grado, para acabar con plagas nocivas en las casas habitación. Se trata de un mal necesario, pues sin estos químicos en el campo disminuiría de manera considerable la producción y habría problemas de desabasto, mientras en las casas se podrían suscitar complicaciones de salud.



Sin embargo, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) advierten que es necesaria una buena valoración toxicológica porque las empresas que producen estas sustancias ofrecen al mercado insecticidas sin análisis estrictos, de modo que hasta después de un tiempo se evidencian los efectos sobre los humanos, como fue el caso de la formulación del DDT, actualmente prohibido.



Para Edmundo Bonilla González, investigador del Departamento de Ciencias de la Salud de la UAM Iztapalapa, es importante vigilar algunos insecticidas que se usan en México, como los de tipo órgano fosforados: el malatión y el diazinón, cuyo uso doméstico está prohibido en Estados Unidos, en tanto que en México se sigue empleando en el jardín y el agro.



Por esa razón, Bonilla González y su grupo científico, desde hace casi cinco años, indagan los efectos de estos dos insecticidas en el ámbito reproductivo, a partir del daño que produce a las células la exposición a esos productos, en forma concreta respecto a la ovogénesis o formación de ovocitos (óvulos) y el desarrollo embrionario temprano, teniendo como modelo al cerdo.



Hasta el momento se ha determinado que el malatión puede presentar riesgo bajo para población general y alto para quienes laboralmente estén expuestos, como la gente que trabaja en el campo o fumiga en casas y edificios.



Mientras que el diazinón es alrededor de diez veces más potente que el malatión, y puede generar efectos sobre ovocitos, por lo que se sugiere su limitación sólo a cultivos, así como determinar si su uso es recomendado.



Y aunque lo realizado en laboratorio in vitro ha sido con base en concentraciones altas que difícilmente la población alcanzará in vivo, el problema de esta toxicidad es que es acumulativa, pues en los últimos años se ha observado una disminución en la capacidad reproductiva humana.



Esta investigación denominada Efecto de los insecticidas sobre la ovogénesis y el desarrollo embrionario temprano, precisa que ingerir las cantidades mínimas de insecticidas que contienen los alimentos no deja estéril; sin embargo, si a ello se agrega la exhibición a otros contaminantes como los metales pesados (plomo y cadmio), puede presentarse daño celular por exposición acumulativa.



En la investigación se utilizan ovarios del cerdo para obtener los ovocitos, madurarlos y fertilizarlos por el espermatozoide, una vez que esto sucede se exponen a diferentes concentraciones de insecticidas con el fin de analizar si hay efecto sobre la maduración de ovocitos.



Adicionalmente, se realizan ensayos para efectuar curvas dosis-respuesta a partir de porciones bajas y hasta concentraciones altas, y así establecer la dosis letal 50; es decir, aquella que elimina o mata la mitad de los ovocitos en cultivo en un tiempo determinado de 24 horas.



Otro nivel de análisis lo ejecutan cuando recién se forman los ovocitos, lo cual ocurre antes del nacimiento, en ello emplean fetos de ratas de las que obtienen los ovarios para cultivarlos en cajas de cuatro pozos con el fin de que allí se desarrollen ovocitos.



A un grupo se le deja desarrollar de manera normal y a otro se le expone a diversas concentraciones de insecticida para observar si se forman adecuadamente, tanto en número como en calidad.



Un proceso más se realiza en fertilización in vitro para ver si los insecticidas tienen un efecto, ya no sólo en los gametos, sino en la reproducción, una vez que ocurre ésta se incuban cigotos recién fecundados durante dos días, hasta llegar al estado de mórula y conocer si se afecta el desarrollo embrionario temprano.



Al analizar la muerte celular realizada por estas sustancias, se desarrolla la siguiente fase para estudiar los mecanismos del daño, por lo que ahora se busca determinar mediante Biología Molecular y Bioquímica, la respuesta celular y cómo las unidades morfológicas son dañadas.



Este análisis se continuará algunos años más para conocer los mecanismos moleculares y ver cómo responde la célula, lo cual permitirá establecer otros tratamientos para personas intoxicadas por altas dosis de insecticidas. (RC)



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